De figura indiscutible y respetada, sostén del hogar y casi monarca de su propio reino, a un par complementario en la pareja y casi un amigo para los hijos. Los padres de hoy difieren bastante de los del siglo pasado. ¿Cuál es su rol en la familia y la sociedad actual?
La paternidad hoy es diferente a la de las generaciones anteriores.
El viejo estereotipo del padre de familia ya no corre más. Los pantalones que otrora le calzaban sólo al varón de la casa ahora son unisex y, en algunos casos, se convirtieron directamente en pollera.
"Antes, en una familia más tradicional, el padre debía cumplir el lugar de ley y la mujer era el pilar de la casa, pero en el sentido doméstico- maternal.Hoy, esos roles se han flexibilizado mucho y se volvieron menos estereotipados", explica la psicóloga del Hospital de Clínicas, Teresita Duacastella.
El padre y la madre ahora son complementarios y, si bien sigue estando vigente ese primer modelo masculino, ya no está exento de la ternura o de otras características que antes eran exclusivas del ámbito femenino.
Por supuesto, este cambio al interior de cada familia se debe a otro aún mayor: el de la sociedad. Así, tal como lo explica Duacastella, "la rigidez de los roles en un pasado resultaba funcional a las necesidades de la época".
Ser padres hoy
"Hoy las parejas jóvenes tienen una dinámica para criar a los hijos muy distinta a como se solía hacer.Mi mujer y yo trabajamos los dos y ninguno tiene más responsabilidades hogareñas que el otro", cuenta Diego (28), padre de Valentina (3 meses). Y agrega: "En otra época, cada uno tenía su actividad exclusiva, pero hoy todo es territorio común".
Mujeres menos sumisas y hombres menos distantes conforman este combo que parece haber transformado los paradigmas más antiguos. "Antes, un padre podía tener muchos hijos y no haber cambiado un pañal en toda su vida", cuenta José Luis (47), padre de cinco hijos. "A mí no se me ocurría hablarle a mi papá de la manera en la que lo hacen hoy mis chicos conmigo. Los jóvenes hoy ven a sus padres como a una persona cercana.Antes, el respeto total y absoluto ponía a nuestros viejos en otra dimensión. Eran personas intocables", agrega. Ricardo (57), padre de una mujer de 32 y un varón de 30, refuerza esta idea: "Hoy son más permisivos y liberales en la educación y crianza de los hijos. En mi época, bastaba con que mi papá tan sólo me mirara y yo ya estaba con los dos pies en un solo zapato".
Lo cierto es que el valor del padre como figura ya no radica en detentar el poder por sobre su mujer y sus hijos, sino en lograr una sana alianza. Más allá de las ventajas que esto puede tener para el hombre, en cuanto a que, por ejemplo, ya no es el único responsable del sustento económico de su hogar, uno de los principales beneficios de esta flexibilidad en los roles es que los chicos tienen más acceso a sus papás. "Ya no es una figura dogmática, que hay que obedecer sin argumentos o temer. Al acercarse los miembros de la entidad familiar y romper esa barrera rígida de años anteriores, hay más posibilidad de comunicación y dinamismo afectivo entre todos.Hay más espacio para la interrelación entre padres e hijos", explica la psicóloga.
Cambio social
Claro que esta transformación en el lugar que ocupa el varón al interior de su familia va de la mano del nuevo rol que tiene en la sociedad. Las mujeres han ganado espacios en el ámbito laboral y político; espacios que eran exclusivos de ellos. Y, como aquellos lugares que antes ocupaban el ciento por ciento del tiempo y la energía de las mujeres (desde las tareas del hogar hasta la educación de los hijos) no podían quedar vacantes, de a poco comenzaron a masculinizarse.
Y, si bien esta transformación que se viene realizando desde hace ya varias décadas en forma paulatina pero a paso firme es innegable, no podemos obviar que el antiguo modelo de la mujer ama de casa y el padre de familia proveedor del hogar, amo y señor sigue existiendo y con gran éxito. La televisión es una muestra contundente de ello. La familia más famosa de la TV, Los Simpson, ya superó las 20 temporadas al aire, mostrando a un Homero despreocupado por la educación de sus hijos, ajeno a los problemas domésticos y, aunque está lejos de lograr el respeto de los demás, sigue siendo servido cual rey al llegar a su hogar. La pregunta entonces está planteada. Si todos somos tan abiertos, ¿por qué aún nos hipnotizan versiones como las de Homero? ¿Será mera compensación simbólica?
Al parecer, no.Vivimos en una sociedad todavía híbrida en este aspecto, donde conviven de igual modo padres veintiañeros con otros que ya se convirtieron en abuelos y cada uno aplica el modelo que aprendió, que lo rodea y que mejor comulga con su ideología. Así, mientras todavía están aquellas que afirman que no sólo la presencia masculina es indispensable para la crianza sino también para sostener y reproducir los viejos esquemas, hay mujeres que piensan en tener hijos solas porque consideran que pueden ocupar ambos roles, tanto en lo emocional como en lo económico.
Alejandra (52), madre de cuatro mujeres, saca a la luz el que, tal vez, sea uno de los mayores beneficios de este nuevo rol más activo de los padres: "Antes, el hombre era mucho más limitado, prejuicioso,machista, criticaba las cosas que hacía su mujer en la educación de los hijos, pero él miraba todo desde lejos, no se involucraba.
Hoy, se humanizó más y está cerca de la realidad que viven sus niños y su pareja. Entonces, al tener los hijos tanto la imagen de la madre como la del padre, tienen opciones para elegir lo mejor de cada uno y aprender de ambos". Una gran ventaja para todos.
Contracara
Si bien esta cercanía entre padres e hijos, ganada en las últimas décadas, es muy sana y beneficiosa en muchísimos aspectos de la vida de grandes y chicos, el vínculo que ambas generaciones entablan en la actualidad también tiene sus desventajas. "Esta proximidad puede generar vínculos muy estrechos y dependientes, advierte la psicóloga Teresita Duacastella. También puede llevarse a un extremo y romper con la simetría, generando una relación que se asimile más a las de dos pares que a la de padre e hijo". Por lo tanto, los límites, aunque menos rígidos y distantes, siguen siendo necesarios porque si están difusos comienzan los conflictos.
Algunos números
El 66% de los apdres comparten los mismos gustos por los juegos electrónicos. Otra actividad que disfrutan junto a sus hijos es jugar al fútbol u otro deporte. (Fuente: estudio realizado por Nickelodeon en 2009).
El 50% de los hombres aseguran que le dedican menos de 3 horas diarias a la casa, mientras que las mujeres invierten entre 3 y 5 horas.
La tarea en la que más colaboran los maridos es hacer las compras (38%), seguida por preparar la comida (20%) y cuidar a los niños (19%). (Fuente: TNS Gallup Argentina).
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