viernes, 13 de septiembre de 2013
{Comiendo frutas y verduras}
El consumo de frutas y verduras en menores debería ser de 400 gramos diarios, según la Organización Mundial de Salud.
Una educación alimenticia variada y una dieta rica en vegetales dan como resultado una niñez, una adolescencia y una vida adulta más sanas, con vitaminas, minerales y fibras, que contribuyen a una buena salud y a un correcto crecimiento. Esto se debe a que los vegetales son naturalmente libres en grasas, bajos en sodio y su consumo diario previene enfermedades como las cardiovasculares, diabetes, obesidad y algunos cánceres, sobre todo digestivos.
La comida entra por los ojos, y eso los más chicos lo saben muy bien. Por eso, cuando son bebés y no se les puede explicar qué es cada cosa que comerán, es fundamental jugar con el estimulo de colores que proponen las frutas y verduras. "Siempre se deben ofrecer limpias y frescas.
Al principio, presentarlas cocidas, en forma de puré, pisadas o en jugos.
A medida que el bebé crece, podés servirlas crudas y cortadas en trocitos.
Dentro de la amplia variedad disponible, es conveniente aportar cada día una fruta y una verdura amarilla, anaranjada y verde oscura para garantizar el aporte de sus vitaminas y minerales", detalla la nutricionista Mercedes Laguía.
La especialista afirma que la mejor educación es el ejemplo.
"Yo sugiero no ceder ante el empaque de un niño ya que, en promedio, 4 de cada 10 se niegan a probar algo nuevo.
Esta conducta, llamada neofobia provoca más de un dolor de cabeza en los padres y llega a convertirse en un auténtico problema. Es una de las causas de la inapetencia infantil y, por tanto, del empobrecimiento de la dieta ya que, por lo general, manifiestan su aversión hacia las verduras y las comidas ricas en proteínas".
"En muchos casos, suele ser necesario ofrecer un alimento nuevo unas diez veces para que lo acepten. Los especialistas comprobaron que los chicos muestran más tolerancia a las comidas nuevas después de dos semanas de exposición paciente y continuada".
Desde el aspecto psicológico surge otra situación recurrente, que es la de los premios y castigos.
La psicóloga Daniela Gogliormella considera que las frases "Si te portás bien, te compro un alfajor" o "Si no te comés la comida, no hay postre" son absolutamente desafortunadas.
"Este tipo de comentarios en los que el alimento se utiliza para premiar o castigar conductas genera un hábito muy difícil de romper en la adolescencia y en la adultez.
Aprender a comer es algo que se debe enseñar de manera adecuada, dado que se verá reflejado en una correcta alimentación nutricional.
Transmitirles el concepto de que no siempre se puede hacer o comer lo que más les gusta es una manera de prepararlos para la vida adulta, donde los límites y la responsabilidad de los actos es clave".
Como las verduras y las frutas ofrecen la genial posibilidad de ser cocinadas de infinitas formas, es muy bueno poder jugar con la presentación de los platos.
"Cuando los chicos se niegan a comer determinados alimentos que son importantes a nivel nutricional, hay que apelar a la creatividad. Por supuesto que, igual que los adultos, ellos tienen preferencias por ciertas comidas. Entonces es bueno incluir sus favoritos en el menú semanal, pero no recurrir a ellos a diario", dice Gogliormella.
Una opción para las frutas de estación puede ser incorporarlas en bizcochuelos, budines, gelatinas, helados o mousses.
Verduras como la espinaca y la acelga pueden aparecer en la dieta infantil en forma de croquetas y pascualina.
La calabaza se pueden empanar como milanesa y los omelettes enrollados son excelentes para mezclarles tomate, zapallitos o choclo.
"Cada chico tiene su ritmo. Para algunos, aceptar nuevos sabores toma más tiempo. Lo mejor que se puede hacer es no insistir para no generar rechazo, pero sí reincidir más adelante. Eso ayuda a que el niño tenga mayor tolerancia a lo nuevo. La presentación variada y agradable de la comida, así como un ambiente tranquilo, son estímulos positivos a la hora de incrementar el deseo de comer.
Suelo sugerir que la comida vaya acompañada de una breve historia. Un panaché de verduras será más tentador si les contamos a los nenes que el color de cada verdura nos da poderes para jugar", propone Laguía.
En la mesa, los chicos también aprenden con el ejemplo no sólo a comer sino el hábito de la alimentación, el placer de disfrutar en familia nuevas conductas como compartir, esperar o usar los cubiertos.
Hacer lo que sea con tal de que coman es una obsesión peligrosa.
Hay hábitos que deben excluirse del momento de la comida porque están lejos de hacerles bien:
- poner la televisión,
- dejar que sean siempre ellos quienes deciden el menú,
- triturar la comida para que sea más fácil "engañarlos"
Todos esos son métodos errados.
"Los hábitos no se cambian de un día para el otro", concluye Laguía. "Para tener éxito debés ser perseverante, paciente y lograr un clima agradable, para que el momento de alimentarse sea un espacio de placer y también de educación".
Algunas "estrategias verdes":
- Tener siempre frutas limpias en un bol sobre la mesa/mesada (fomenta la familiaridad de los chicos con ellas).
- No aderezar demasiado las ensaladas, para no cambiar el gusto de los vegetales ni incrementar el aporte de calorías y grasas.
- Convertir los frutos secos y las frutas deshidratadas en golosinas, dejándolas a mano en pequeñas dosis.
- Involucrar a tus hijos en la compra y preparación de las comidas (para ellos es divertido, además de educacional).
Etiquetas:
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