Esas rabietas que incluyen llanto, grito, pataleo y pueden durar varios minutos (y repetirse a diario) son ¡normales! Preparate para aumentar la dosis de paciencia.
Te damos algunos consejos para eliminar los berrinches.
A pesar de que los berrinches son un evento común durante el crecimiento, pueden generar preocupación, frustración, enojo, impotencia y hasta vergüenza en los padres, especialmente si son muy frecuentes o si no saben cómo manejar la situación.
¿Qué son los berrinches?
Los chicos de entre 1 y 3 años aprenden a manejar situaciones emocionales nuevas, como tolerar límites o compartir juguetes. En esta etapa se encuentran explorando con mucha curiosidad el mundo que los rodea, queriendo ganar independencia de sus padres y control sobre las situaciones a las que se enfrentan. Cuando las cosas no resultan del modo que esperan, pueden aparecer los berrinches.
¿Por qué aparecen?
Son una manera de descargar un estado emocional sobrecargado, y pueden ocurrir cuando no comprenden lo que el adulto les está diciendo o cuando sientes que lo que tratan de expresar no es comprendido; cuando no pueden resolver un problema; cuando desean hacer o tener algo o imitar a un hermano o amiguito y no lo logran; cuando están con sueño, hambre o frustrados por algo; y cuando hay situaciones de estrés en la casa o en la familia que alteran el ánimo de todos.
Ocurren más frecuentemente enfrente de los padres, ya que funcionan como un testeo de los límites y reglas de la familia y las reacciones ante el pataleo.
¿Cómo prevenirlos?
Aunque no se pueden evitar totalmente, los berrinches pueden ser menos frecuentes con algunas pautas: poner límites razonables y explicarles por qué los ponemos; mantener una rutina en las actividades de la casa; estimular a que se exprese con palabras o ayudarlos a contar por qué están enojados o frustrados; evitar situaciones que favorecen los berrinches, por ejemplo no darles juguetes pensados para niños de más edad. Si va a haber una espera larga, llevar libros o chiches que los distraigan o comida por si tienen hambre; y cuidar que tengan el descanso o siesta que necesitan.
Más consejos: no decir "no" a todo lo que piden y ser en exceso estrictos, para evitarles frustraciones permanentes, a menos que esa situación ponga en riesgo su salud; ubicarnos en el plano de padre o madre y no de pares y evitar que tomen decisiones con preguntas como: "¿Querés ir a comer?", "Querés que te de un baño?", en vez darles opciones: "Es la hora de la comida. ¿Te llevo a upa o vamos de la mano?" o "Es la hora del baño, ¿usamos la esponja del patito o la del auto?".
Recordemos que los niños copian muchas de las conductas de los padres. Por lo tanto, si evitás discusiones o comportamientos irascibles y das un buen ejemplo, ayudarás a tus hijos a no reaccionar de esta manera.
Para esto, ambos padres deben estar de acuerdo en la educación y ser consistentes en la crianza y puesta de límites.
¿Cómo manejar el berrinche?
Distraer su atención, llevarlo a otro lugar, darle un juguete que conozca, hacerle un chiste o cosquillas, hacerle un comentario sobre otra cosa o iniciar alguna actividad que lo divierta. No reaccionar a los gritos o violentamente, ya que ceden más rápido si los padres simulan ignorarlos o lo consuelan abrazándolos o dándoles la mano. La excepción es si el chico golpea a terceros, se expone a un riesgo físico o el berrinche dura más de lo habitual. Celebrá y premiá cuando tu hijo no hace berrinche o se neutraliza rápidamente. Pero si no se calma, llevalo a su cuarto para que pueda hacerlo y explicale que apenas se sienta mejor puede salir de la "penitencia".
Espasmos del sollozo
Ocurren entre los 6 meses y los 5 años. Pueden parecer un berrinche y ser precipitados por situaciones similares o por una caída o dolor, pero se diferencian en que el niño tiene cara y labios azulados o muy pálidos, y parece no estar respirando. No requieren tratamiento especial, excepto si sufre convulsiones breves asociadas, que aunque no dejan secuelas, preocupan y asustan a los padres.
viernes, 13 de septiembre de 2013
{Conocé cuál es el nuevo rol del padre}
De figura indiscutible y respetada, sostén del hogar y casi monarca de su propio reino, a un par complementario en la pareja y casi un amigo para los hijos. Los padres de hoy difieren bastante de los del siglo pasado. ¿Cuál es su rol en la familia y la sociedad actual?
La paternidad hoy es diferente a la de las generaciones anteriores.
El viejo estereotipo del padre de familia ya no corre más. Los pantalones que otrora le calzaban sólo al varón de la casa ahora son unisex y, en algunos casos, se convirtieron directamente en pollera.
"Antes, en una familia más tradicional, el padre debía cumplir el lugar de ley y la mujer era el pilar de la casa, pero en el sentido doméstico- maternal.Hoy, esos roles se han flexibilizado mucho y se volvieron menos estereotipados", explica la psicóloga del Hospital de Clínicas, Teresita Duacastella.
El padre y la madre ahora son complementarios y, si bien sigue estando vigente ese primer modelo masculino, ya no está exento de la ternura o de otras características que antes eran exclusivas del ámbito femenino.
Por supuesto, este cambio al interior de cada familia se debe a otro aún mayor: el de la sociedad. Así, tal como lo explica Duacastella, "la rigidez de los roles en un pasado resultaba funcional a las necesidades de la época".
Ser padres hoy
"Hoy las parejas jóvenes tienen una dinámica para criar a los hijos muy distinta a como se solía hacer.Mi mujer y yo trabajamos los dos y ninguno tiene más responsabilidades hogareñas que el otro", cuenta Diego (28), padre de Valentina (3 meses). Y agrega: "En otra época, cada uno tenía su actividad exclusiva, pero hoy todo es territorio común".
Mujeres menos sumisas y hombres menos distantes conforman este combo que parece haber transformado los paradigmas más antiguos. "Antes, un padre podía tener muchos hijos y no haber cambiado un pañal en toda su vida", cuenta José Luis (47), padre de cinco hijos. "A mí no se me ocurría hablarle a mi papá de la manera en la que lo hacen hoy mis chicos conmigo. Los jóvenes hoy ven a sus padres como a una persona cercana.Antes, el respeto total y absoluto ponía a nuestros viejos en otra dimensión. Eran personas intocables", agrega. Ricardo (57), padre de una mujer de 32 y un varón de 30, refuerza esta idea: "Hoy son más permisivos y liberales en la educación y crianza de los hijos. En mi época, bastaba con que mi papá tan sólo me mirara y yo ya estaba con los dos pies en un solo zapato".
Lo cierto es que el valor del padre como figura ya no radica en detentar el poder por sobre su mujer y sus hijos, sino en lograr una sana alianza. Más allá de las ventajas que esto puede tener para el hombre, en cuanto a que, por ejemplo, ya no es el único responsable del sustento económico de su hogar, uno de los principales beneficios de esta flexibilidad en los roles es que los chicos tienen más acceso a sus papás. "Ya no es una figura dogmática, que hay que obedecer sin argumentos o temer. Al acercarse los miembros de la entidad familiar y romper esa barrera rígida de años anteriores, hay más posibilidad de comunicación y dinamismo afectivo entre todos.Hay más espacio para la interrelación entre padres e hijos", explica la psicóloga.
Cambio social
Claro que esta transformación en el lugar que ocupa el varón al interior de su familia va de la mano del nuevo rol que tiene en la sociedad. Las mujeres han ganado espacios en el ámbito laboral y político; espacios que eran exclusivos de ellos. Y, como aquellos lugares que antes ocupaban el ciento por ciento del tiempo y la energía de las mujeres (desde las tareas del hogar hasta la educación de los hijos) no podían quedar vacantes, de a poco comenzaron a masculinizarse.
Y, si bien esta transformación que se viene realizando desde hace ya varias décadas en forma paulatina pero a paso firme es innegable, no podemos obviar que el antiguo modelo de la mujer ama de casa y el padre de familia proveedor del hogar, amo y señor sigue existiendo y con gran éxito. La televisión es una muestra contundente de ello. La familia más famosa de la TV, Los Simpson, ya superó las 20 temporadas al aire, mostrando a un Homero despreocupado por la educación de sus hijos, ajeno a los problemas domésticos y, aunque está lejos de lograr el respeto de los demás, sigue siendo servido cual rey al llegar a su hogar. La pregunta entonces está planteada. Si todos somos tan abiertos, ¿por qué aún nos hipnotizan versiones como las de Homero? ¿Será mera compensación simbólica?
Al parecer, no.Vivimos en una sociedad todavía híbrida en este aspecto, donde conviven de igual modo padres veintiañeros con otros que ya se convirtieron en abuelos y cada uno aplica el modelo que aprendió, que lo rodea y que mejor comulga con su ideología. Así, mientras todavía están aquellas que afirman que no sólo la presencia masculina es indispensable para la crianza sino también para sostener y reproducir los viejos esquemas, hay mujeres que piensan en tener hijos solas porque consideran que pueden ocupar ambos roles, tanto en lo emocional como en lo económico.
Alejandra (52), madre de cuatro mujeres, saca a la luz el que, tal vez, sea uno de los mayores beneficios de este nuevo rol más activo de los padres: "Antes, el hombre era mucho más limitado, prejuicioso,machista, criticaba las cosas que hacía su mujer en la educación de los hijos, pero él miraba todo desde lejos, no se involucraba.
Hoy, se humanizó más y está cerca de la realidad que viven sus niños y su pareja. Entonces, al tener los hijos tanto la imagen de la madre como la del padre, tienen opciones para elegir lo mejor de cada uno y aprender de ambos". Una gran ventaja para todos.
Contracara
Si bien esta cercanía entre padres e hijos, ganada en las últimas décadas, es muy sana y beneficiosa en muchísimos aspectos de la vida de grandes y chicos, el vínculo que ambas generaciones entablan en la actualidad también tiene sus desventajas. "Esta proximidad puede generar vínculos muy estrechos y dependientes, advierte la psicóloga Teresita Duacastella. También puede llevarse a un extremo y romper con la simetría, generando una relación que se asimile más a las de dos pares que a la de padre e hijo". Por lo tanto, los límites, aunque menos rígidos y distantes, siguen siendo necesarios porque si están difusos comienzan los conflictos.
Algunos números
El 66% de los apdres comparten los mismos gustos por los juegos electrónicos. Otra actividad que disfrutan junto a sus hijos es jugar al fútbol u otro deporte. (Fuente: estudio realizado por Nickelodeon en 2009).
El 50% de los hombres aseguran que le dedican menos de 3 horas diarias a la casa, mientras que las mujeres invierten entre 3 y 5 horas.
La tarea en la que más colaboran los maridos es hacer las compras (38%), seguida por preparar la comida (20%) y cuidar a los niños (19%). (Fuente: TNS Gallup Argentina).
La paternidad hoy es diferente a la de las generaciones anteriores.
El viejo estereotipo del padre de familia ya no corre más. Los pantalones que otrora le calzaban sólo al varón de la casa ahora son unisex y, en algunos casos, se convirtieron directamente en pollera.
"Antes, en una familia más tradicional, el padre debía cumplir el lugar de ley y la mujer era el pilar de la casa, pero en el sentido doméstico- maternal.Hoy, esos roles se han flexibilizado mucho y se volvieron menos estereotipados", explica la psicóloga del Hospital de Clínicas, Teresita Duacastella.
El padre y la madre ahora son complementarios y, si bien sigue estando vigente ese primer modelo masculino, ya no está exento de la ternura o de otras características que antes eran exclusivas del ámbito femenino.
Por supuesto, este cambio al interior de cada familia se debe a otro aún mayor: el de la sociedad. Así, tal como lo explica Duacastella, "la rigidez de los roles en un pasado resultaba funcional a las necesidades de la época".
Ser padres hoy
"Hoy las parejas jóvenes tienen una dinámica para criar a los hijos muy distinta a como se solía hacer.Mi mujer y yo trabajamos los dos y ninguno tiene más responsabilidades hogareñas que el otro", cuenta Diego (28), padre de Valentina (3 meses). Y agrega: "En otra época, cada uno tenía su actividad exclusiva, pero hoy todo es territorio común".
Mujeres menos sumisas y hombres menos distantes conforman este combo que parece haber transformado los paradigmas más antiguos. "Antes, un padre podía tener muchos hijos y no haber cambiado un pañal en toda su vida", cuenta José Luis (47), padre de cinco hijos. "A mí no se me ocurría hablarle a mi papá de la manera en la que lo hacen hoy mis chicos conmigo. Los jóvenes hoy ven a sus padres como a una persona cercana.Antes, el respeto total y absoluto ponía a nuestros viejos en otra dimensión. Eran personas intocables", agrega. Ricardo (57), padre de una mujer de 32 y un varón de 30, refuerza esta idea: "Hoy son más permisivos y liberales en la educación y crianza de los hijos. En mi época, bastaba con que mi papá tan sólo me mirara y yo ya estaba con los dos pies en un solo zapato".
Lo cierto es que el valor del padre como figura ya no radica en detentar el poder por sobre su mujer y sus hijos, sino en lograr una sana alianza. Más allá de las ventajas que esto puede tener para el hombre, en cuanto a que, por ejemplo, ya no es el único responsable del sustento económico de su hogar, uno de los principales beneficios de esta flexibilidad en los roles es que los chicos tienen más acceso a sus papás. "Ya no es una figura dogmática, que hay que obedecer sin argumentos o temer. Al acercarse los miembros de la entidad familiar y romper esa barrera rígida de años anteriores, hay más posibilidad de comunicación y dinamismo afectivo entre todos.Hay más espacio para la interrelación entre padres e hijos", explica la psicóloga.
Cambio social
Claro que esta transformación en el lugar que ocupa el varón al interior de su familia va de la mano del nuevo rol que tiene en la sociedad. Las mujeres han ganado espacios en el ámbito laboral y político; espacios que eran exclusivos de ellos. Y, como aquellos lugares que antes ocupaban el ciento por ciento del tiempo y la energía de las mujeres (desde las tareas del hogar hasta la educación de los hijos) no podían quedar vacantes, de a poco comenzaron a masculinizarse.
Y, si bien esta transformación que se viene realizando desde hace ya varias décadas en forma paulatina pero a paso firme es innegable, no podemos obviar que el antiguo modelo de la mujer ama de casa y el padre de familia proveedor del hogar, amo y señor sigue existiendo y con gran éxito. La televisión es una muestra contundente de ello. La familia más famosa de la TV, Los Simpson, ya superó las 20 temporadas al aire, mostrando a un Homero despreocupado por la educación de sus hijos, ajeno a los problemas domésticos y, aunque está lejos de lograr el respeto de los demás, sigue siendo servido cual rey al llegar a su hogar. La pregunta entonces está planteada. Si todos somos tan abiertos, ¿por qué aún nos hipnotizan versiones como las de Homero? ¿Será mera compensación simbólica?
Al parecer, no.Vivimos en una sociedad todavía híbrida en este aspecto, donde conviven de igual modo padres veintiañeros con otros que ya se convirtieron en abuelos y cada uno aplica el modelo que aprendió, que lo rodea y que mejor comulga con su ideología. Así, mientras todavía están aquellas que afirman que no sólo la presencia masculina es indispensable para la crianza sino también para sostener y reproducir los viejos esquemas, hay mujeres que piensan en tener hijos solas porque consideran que pueden ocupar ambos roles, tanto en lo emocional como en lo económico.
Alejandra (52), madre de cuatro mujeres, saca a la luz el que, tal vez, sea uno de los mayores beneficios de este nuevo rol más activo de los padres: "Antes, el hombre era mucho más limitado, prejuicioso,machista, criticaba las cosas que hacía su mujer en la educación de los hijos, pero él miraba todo desde lejos, no se involucraba.
Hoy, se humanizó más y está cerca de la realidad que viven sus niños y su pareja. Entonces, al tener los hijos tanto la imagen de la madre como la del padre, tienen opciones para elegir lo mejor de cada uno y aprender de ambos". Una gran ventaja para todos.
Contracara
Si bien esta cercanía entre padres e hijos, ganada en las últimas décadas, es muy sana y beneficiosa en muchísimos aspectos de la vida de grandes y chicos, el vínculo que ambas generaciones entablan en la actualidad también tiene sus desventajas. "Esta proximidad puede generar vínculos muy estrechos y dependientes, advierte la psicóloga Teresita Duacastella. También puede llevarse a un extremo y romper con la simetría, generando una relación que se asimile más a las de dos pares que a la de padre e hijo". Por lo tanto, los límites, aunque menos rígidos y distantes, siguen siendo necesarios porque si están difusos comienzan los conflictos.
Algunos números
El 66% de los apdres comparten los mismos gustos por los juegos electrónicos. Otra actividad que disfrutan junto a sus hijos es jugar al fútbol u otro deporte. (Fuente: estudio realizado por Nickelodeon en 2009).
El 50% de los hombres aseguran que le dedican menos de 3 horas diarias a la casa, mientras que las mujeres invierten entre 3 y 5 horas.
La tarea en la que más colaboran los maridos es hacer las compras (38%), seguida por preparar la comida (20%) y cuidar a los niños (19%). (Fuente: TNS Gallup Argentina).
{Cómo acompañar a los hijos en los cambios}
Hay situaciones que pueden indicar un antes y un después en la vida de los pequeños. Mudanzas, colegios nuevos o la llegada de un bebé, entre otras cosas, pueden resultar un sacudón que hay que saber comunicar. Te contamos cómo hacerlo.
Comunicar las decisiones a los hijos es muy importante
Los caminos de la vida no son lo que yo esperaba", canta Vicentico. Y así es para todos. Grandes y chicos. El problema es que cuando los más pequeños se enfrentan a situaciones que no tenían en mente y que, además, son producto de decisiones de los adultos, el tema puede ser difícil de manejar.
Mudanzas, cambios de barrio, de colegio o la llegada de un nuevo integrante (bebé, novio de mamá, novia de papá o una familia entera) son algunos de los casos más habituales. Lo primero que hay que saber es que toda decisión siempre tiene una consecuencia. "Dentro del ámbito familiar acarrea consigo renuncias y cambios que afectan a todos los integrantes, porque todos deben prepararse, ya que también los padres tienen expectativas, ilusiones, temores y la forma en cómo les comunicarán a sus hijos tan importantes noticias es otra fuente de preocupación", dice la licenciada Cristina Alais, miembro del cuerpo docente del Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad Austral. Y agrega: "Las decisiones importantes deben estar bien pensadas, bien planificadas y bien ejecutadas para dar seguridad a los hijos, ya que éstos no saben ciertamente qué sucederá, qué pasará con su grupo de amigos, cómo serán los nuevos compañeros, colegio, barrio, etc. Por eso es importante no sólo que los padres informen de su decisión, sino que hagan partícipes a sus hijos de éstas, que los tengan en cuenta; aunque sean difíciles de enfrentar, ellos tienen derecho a conocer aquellas cuestiones que afectarán su vida de una u otra forma".
No importa cuál sea la edad de tu hijo, siempre hay que manejarse con la verdad. Eso sí, no es lo mismo hablar con un adolescente que con un infante, por lo tanto hay que graduar el lenguaje y el estilo comunicativo, así como el grado de anticipación con el que vas a manejar la noticia. "En general, este tipo de cambios implican un pequeño duelo y luego el procesamiento de la nueva información. Por ello, es aconsejable dar un tiempo prudencial para que el niño haga un cierre, se despida de sus amiguitos, del colegio, la casa, etc., y luego esté mejor predispuesto a recibir la novedad, ya sea un hermanito, una nueva casa o un nuevo cole", dice Mariana Altamirano, licenciada en Psicopedagogía, Neuropsicóloga de ADINEU y coordinadora del Programa de Inclusión Educativa de la UCA.
Comunicación sin ruido
Hablar, hablar y hablar. Ése es definitivamente el camino. Sin embargo, según la especialista de ADINEU, el pensamiento infantil es predominantemente concreto, por lo que es aconsejable acompañar estas situaciones con poco discurso, información breve y concisa, y acciones concretas. "Por ejemplo, ir a comprar cosas para el cole o la casa nueva, elegir los chiches con los que va a querer decorar su nueva habitación, comprar un regalo de bienvenida para el hermanito, etc.", dice Altamirano, para quien, en general, este tipo de noticias pueden despertar importantes montos de ansiedad, por lo que también es aconsejable realizar acercamientos progresivos y puntuales a la nueva realidad para reducir así fantasías y temores. Por lo tanto, conocer el nuevo cole o acompañar a mamá a alguna ecografía pueden ser buenas ideas.
"La edad de la razón comienza a partir de los 6 años, por lo que los nenes chiquitos pueden hacer preguntas y mostrarse ansiosos o tener cambios de conducta, pero no van a opinar al respecto, ya que en definitiva lo único que necesitan y les importa es estar cerca de sus padres", añade Alais.
En cambio, con los hijos más grandes las cosas son diferentes. Aquí sí hay que dar razones y contestar inquietudes. "Los más audaces están en mejores condiciones de afrontar las situaciones de cambio, los más tímidos o introvertidos pueden mostrarse tristes o tener alguna regresión. En muchas ocasiones, piensan que el cambio afectará la relación entre sus papás o hermanos y será necesario que los padres estén muy presentes para darles seguridad y acompañarlos para que tengan la certeza de que nada va a cambiar entre ellos y que estarán allí si es que llegan a tener dificultades para adaptarse a los nuevos amigos o a la escuela", se explaya la docente de la Universidad Austral.
Los adolescentes son los que, según los especialistas, pueden tener mayores dificultades y sufrir más, sobre todo ante la posible pérdida del grupo de pertenencia (en caso de mudanzas, cambios de colegio o migraciones), un factor primordial para esta etapa de la vida. "El grupo de amigos es un importante medio de socialización, de afirmación de la identidad y experimentación de roles. Su falta los torna vulnerables por el temor a no encontrar otro círculo en el cual insertarse", explica Alais. Por lo que es natural que se enojen y confronten con sus padres, ya que precisan decir lo que piensan. Aquí no queda más que escucharlos, con mucha paciencia, sin dejar, por supuesto, que se excedan los límites del respeto. "Es a partir de la confrontación que el hijo adolescente podrá ver con claridad y comprender las razones que los llevan a mudarse o cambiar de colegio", suma la docente.
Hay que acompañar a los hijos en los procesos de cambio.
Ida y vuelta
El diálogo es fundamental. Y el diálogo implica un intercambio. Es decir, nada de dar un discurso, dar por concluida la charla e irse. Es necesario escuchar aquello que los hijos tienen para decir respecto de las decisiones tomadas por los adultos. "Una forma autoritaria e impositiva de comunicar las cosas sólo provocará resquemor y alejamiento en los chicos", dice Alais. "Los niños necesitan participar, ser consultados, ser informados y escuchados con respecto a las decisiones que se tomarán, principalmente porque las consecuencias los afectarán directamente. No es darles la responsabilidad de decidir a ellos sobre estas cuestiones, porque no están capacitados para tomar decisiones de esa índole, pero tampoco avisarles cuando el hecho está consumado", añade.
Además, hacerse el que "aquí no ha pasado nada" no es lo mejor, porque aunque tratemos de ocultar las cosas hasta último momento, los chicos pueden percibir que algo está sucediendo. "Nuestros hijos nos leen el espacio mental, porque son sus dueños y captan con mucha rapidez cuando algo más concentra nuestra atención o preocupación. Esto da lugar a que ellos muchas veces generen alguna pregunta que nos da el puntapié inicial perfecto", explica Altamirano. Por lo tanto, si esto sucede de manera natural, no hay que dejar pasar la oportunidad. Hay que aprovechar la espontaneidad y así, donde surja, incluso en el medio de un juego, hablar del tema, sin necesidad de crear un clima de reunión familiar formal. "Los chicos no comprenden del todo la formalidad y pueden asociarla a algo malo o problemático", advierte la psicopedagoga.
Así, si la idea es llegar a buen puerto, hay algunas cosas que debés evitar sí o sí. A saber: ignorarlos, imponerte de manera arbitraria, enojarte si no comprenden o no están de acuerdo con tus proyectos, avisarles cuando los hechos ya están consumados sin darles la oportunidad de que se expresen o burlarse de sus temores. ¡Ojo! Brindarles información excesiva, que escape al tema de interés y a sus posibilidades de comprensión, tampoco es aconsejable.
"Los cambios deben verse como algo positivo que ayuda al crecimiento y fortalecimiento de la familia. Un nuevo proyecto debe unirlos a pesar de las inseguridades y temores lógicos que todo cambio provoca, porque los incluye a todos. Lo que hace saludable a la vida familiar no viene de afuera, por el contrario viene de adentro, de sus integrantes, quienes con sus divergencias y disparidades la componen. Se puede ser feliz en cualquier lugar y será más fácil adaptarse a los cambios cuando los lazos son fuertes y los mantienen unidos", concluye Alais.
A reforzar vínculos, entonces, a abrir el diálogo y a tomar las decisiones necesarias sin olvidarnos de escuchar, atender y responder a las inquietudes y posibles angustias de los más pequeños.
Fuente: Maru Botana
{Comiendo frutas y verduras}
El consumo de frutas y verduras en menores debería ser de 400 gramos diarios, según la Organización Mundial de Salud.
Una educación alimenticia variada y una dieta rica en vegetales dan como resultado una niñez, una adolescencia y una vida adulta más sanas, con vitaminas, minerales y fibras, que contribuyen a una buena salud y a un correcto crecimiento. Esto se debe a que los vegetales son naturalmente libres en grasas, bajos en sodio y su consumo diario previene enfermedades como las cardiovasculares, diabetes, obesidad y algunos cánceres, sobre todo digestivos.
La comida entra por los ojos, y eso los más chicos lo saben muy bien. Por eso, cuando son bebés y no se les puede explicar qué es cada cosa que comerán, es fundamental jugar con el estimulo de colores que proponen las frutas y verduras. "Siempre se deben ofrecer limpias y frescas.
Al principio, presentarlas cocidas, en forma de puré, pisadas o en jugos.
A medida que el bebé crece, podés servirlas crudas y cortadas en trocitos.
Dentro de la amplia variedad disponible, es conveniente aportar cada día una fruta y una verdura amarilla, anaranjada y verde oscura para garantizar el aporte de sus vitaminas y minerales", detalla la nutricionista Mercedes Laguía.
La especialista afirma que la mejor educación es el ejemplo.
"Yo sugiero no ceder ante el empaque de un niño ya que, en promedio, 4 de cada 10 se niegan a probar algo nuevo.
Esta conducta, llamada neofobia provoca más de un dolor de cabeza en los padres y llega a convertirse en un auténtico problema. Es una de las causas de la inapetencia infantil y, por tanto, del empobrecimiento de la dieta ya que, por lo general, manifiestan su aversión hacia las verduras y las comidas ricas en proteínas".
"En muchos casos, suele ser necesario ofrecer un alimento nuevo unas diez veces para que lo acepten. Los especialistas comprobaron que los chicos muestran más tolerancia a las comidas nuevas después de dos semanas de exposición paciente y continuada".
Desde el aspecto psicológico surge otra situación recurrente, que es la de los premios y castigos.
La psicóloga Daniela Gogliormella considera que las frases "Si te portás bien, te compro un alfajor" o "Si no te comés la comida, no hay postre" son absolutamente desafortunadas.
"Este tipo de comentarios en los que el alimento se utiliza para premiar o castigar conductas genera un hábito muy difícil de romper en la adolescencia y en la adultez.
Aprender a comer es algo que se debe enseñar de manera adecuada, dado que se verá reflejado en una correcta alimentación nutricional.
Transmitirles el concepto de que no siempre se puede hacer o comer lo que más les gusta es una manera de prepararlos para la vida adulta, donde los límites y la responsabilidad de los actos es clave".
Como las verduras y las frutas ofrecen la genial posibilidad de ser cocinadas de infinitas formas, es muy bueno poder jugar con la presentación de los platos.
"Cuando los chicos se niegan a comer determinados alimentos que son importantes a nivel nutricional, hay que apelar a la creatividad. Por supuesto que, igual que los adultos, ellos tienen preferencias por ciertas comidas. Entonces es bueno incluir sus favoritos en el menú semanal, pero no recurrir a ellos a diario", dice Gogliormella.
Una opción para las frutas de estación puede ser incorporarlas en bizcochuelos, budines, gelatinas, helados o mousses.
Verduras como la espinaca y la acelga pueden aparecer en la dieta infantil en forma de croquetas y pascualina.
La calabaza se pueden empanar como milanesa y los omelettes enrollados son excelentes para mezclarles tomate, zapallitos o choclo.
"Cada chico tiene su ritmo. Para algunos, aceptar nuevos sabores toma más tiempo. Lo mejor que se puede hacer es no insistir para no generar rechazo, pero sí reincidir más adelante. Eso ayuda a que el niño tenga mayor tolerancia a lo nuevo. La presentación variada y agradable de la comida, así como un ambiente tranquilo, son estímulos positivos a la hora de incrementar el deseo de comer.
Suelo sugerir que la comida vaya acompañada de una breve historia. Un panaché de verduras será más tentador si les contamos a los nenes que el color de cada verdura nos da poderes para jugar", propone Laguía.
En la mesa, los chicos también aprenden con el ejemplo no sólo a comer sino el hábito de la alimentación, el placer de disfrutar en familia nuevas conductas como compartir, esperar o usar los cubiertos.
Hacer lo que sea con tal de que coman es una obsesión peligrosa.
Hay hábitos que deben excluirse del momento de la comida porque están lejos de hacerles bien:
- poner la televisión,
- dejar que sean siempre ellos quienes deciden el menú,
- triturar la comida para que sea más fácil "engañarlos"
Todos esos son métodos errados.
"Los hábitos no se cambian de un día para el otro", concluye Laguía. "Para tener éxito debés ser perseverante, paciente y lograr un clima agradable, para que el momento de alimentarse sea un espacio de placer y también de educación".
Algunas "estrategias verdes":
- Tener siempre frutas limpias en un bol sobre la mesa/mesada (fomenta la familiaridad de los chicos con ellas).
- No aderezar demasiado las ensaladas, para no cambiar el gusto de los vegetales ni incrementar el aporte de calorías y grasas.
- Convertir los frutos secos y las frutas deshidratadas en golosinas, dejándolas a mano en pequeñas dosis.
- Involucrar a tus hijos en la compra y preparación de las comidas (para ellos es divertido, además de educacional).
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