Si tú y tu pareja tienen pequeñas diferencias a la hora de disciplinar a sus hijos, no tienes mucho de qué preocuparte. Los niños se pueden adaptar fácilmente a esas pequeñas diferencias. Por ejemplo, un niño sabe que mamá se molesta rápidamente cuando se le habla de mala manera, mientras que papá se vuelve loco cuando se derrama una bebida sobre la mesa.
Sin embargo, algunos investigadores indican que los niños, cuyos padres tienen estilos de crianza muy distintos, están más propensos a tener problemas de comportamiento. Si papá lo permite todo y mamá es más estricta, como un sargento, es muy probable que los niños se confundan.
Tampoco se puede esperar que tú y tu pareja actúen exactamente de la misma manera. La clave está en evitar una guerra de poder con tu pareja.
Para ayudarte a encontrar estrategias con las que tanto tú como tu pareja estén de acuerdo, es indispensable que hablen y juntos decidan los pasos básicos que pondrán en práctica. Nuestro equipo de expertos en disciplina te ofrece los siguientes diez pasos para que tú y tu pareja puedan disciplinar a sus niños:
1. Es importante que hablen sobre cómo los disciplinaban a ustedes sus padres cuando eran niños. Es común que tendamos a repetir los métodos con los que fuimos criados así que eso les permitirá conocer mejor los estilos de crianza de cada uno.
2. Cuestiona a tu pareja sobre su forma de disciplinar , y escúchalo sin interrumpir. Sé paciente y respetuosa. Pregúntate a ti misma por qué te opones a sus métodos. ¿Qué es lo que temes que pueda ocurrir?
3. Pregúntale a tu pareja qué objeciones tiene acerca de tu manera de disciplinar.
4. Exploren todas las opciones que tienen para establecer un plan para disciplinar a sus hijos, y analicen las ventajas y desventajas de cada una. Establezcan un conjunto de normas en las que los dos estén de acuerdo. Es muy probable que tengas que revisar y ajustar las normas al cabo de algunas semanas si no están funcionando.
5. A medida que vayan probando nuevas estrategias de disciplina, resuelvan las disputas que surjan, una por una, en un lugar tranquilo y con privacidad, donde los pequeños no puedan escuchar.
6. Pónganse de acuerdo y mantengan las mismas reglas. Si los pequeños se dan cuenta que sus papás trabajan en equipo, es menos probable que los pongan en situaciones donde tengan que enfrentarse. Es muy importante que no critiques la forma de disciplinar de tu pareja, delante de los niños.
7. Si sospechas que tu hijo está tratando de que haya un enfrentamiento entre tú y tu pareja ("Papá siempre me deja limpiar la mesa después de la película"), dile que tomarás una decisión una vez que hables con su papá. También le puedes indicar que tiene que obtener el "sí" de los dos padres antes de proceder. Y recuerda que no todas las cuestiones de disciplina requieren una respuesta inmediata.
8. Si tu pareja se desanima (aunque no estés completamente de acuerdo en cómo manejó la situación), ofrécele alicientes y apoyo. Encuentra un momento tranquilo para decirle, amablemente y sin juzgarlo, algo así como, "¡Qué difícil fue eso! Seguramente estás muy molesto. ¿Quieres que hablemos sobre ello?".
9. Si tus hijos ya van a la escuela, establezcan normas familiares claras y repásenlas con ellos para que tengan claro que ambos padres trabajan en equipo. Además, si los niños más grandes participan en la creación de las reglas, estarán más dispuestos a cooperar. Con el tiempo tendrás que revisar las normas y consecuencias para ajustarlas de acuerdo al crecimiento de tus hijos.
10. ¿Y si tu pareja se niega a hablar sobre el tema? Esa situación no es nada fácil, pero no te des por vencida. Pídele que haga una lista de los comportamientos del niño que lo vuelven loco, y que anote también las ideas que se le ocurran acerca de cómo resolverlos.
Recuerda que si siempre quieres que se haga lo que tú dices ("Sólo hay una manera de solucionarlo y tiene que ser como lo digo yo"), los dos quedarán atrapados en una zona de batalla. Mejor trata de comprender el punto de vista de tu pareja. En último caso, dale un libro o artículo sobre el tema, o solicita la ayuda de un maestro, asesor escolar o terapeuta.
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