jueves, 26 de febrero de 2015

{Florida Day School K2}

Día 1

Hoy empezamos el jardín.
Yo estuve algo nerviosa por el tema pero feliz de esta nueva etapa donde sé que Fran va a pasársela super bien además de que va a aprender montones de cosas.

Diego vino más temprano. Me gustó porque fuimos los 3 juntos como una familia.

Algunas fotos de este momento ...

1) Los preparativos

 

 

 

 


2) Yendo al cole

 
 

 

3) En los juegos, antes de entrar a la salita

Con Lucía
100% Quinn
  

Con Juani


Con Felicitas y Facundo

4) En la salita con mis maestras Belén y Rosario

 
Con Rosario (Rochi)
Con Rochi y los animalitos
Con Rochi

Con Rochi

Con mami que está loca

Con Belén (Belu)

5) Con el sapo Pipo (o la rana René)


 

Día 2

Hoy fue el segundo día. A Fran quizás le generó algo porque se despertó muchas veces a la noche y finalmente, a las 6h quedó despierto.
Al jardín ya llegó un poco cansado. Yo estaba un poco más tranquila.

Llegamos temprano, 13:10h, porque hicimos rápido. Llegamos y había muchos chicos de otros turnos. Era un lío de gente. Fran estaba ansioso por entrar y se enojó porque no lo dejaron.

Acá, atrincherado porque no lo dejaban pasar ...

 

Como seguía sin poder pasar, Juani lo ayudó a espiar a ver si lo lograba ...

 


Y así volvieron los dos de camino a casa ...


Las maestras me dijeron que estuvo bien pero que tenía mucho sueño.

Día 3

Las maestras me dijeron que había estado super bien; mucho mejor que ayer, que tenía tanto sueño.
Hoy jugaron en el arenero y cuesta traerlo de vuelta a la clase.
Entra solo a la clase y ni se da vuelta para mirarme. Me hace muy feliz.

Me quedé hablando con Paula. Es muy copada. Nos reímos de las maestras que parecen bravas, al menos, con los padres. Jajaja. 
Siento que vamos a ser grandes amigas.

Día 4, lunes 2/03

Después del fin de semana, volvimos al jardín. Como siempre entra muy cómodo y quiere ir a los juegos. Estuve super bien en la clase.
Costó traerlo de vuelta a la sala pero Belén me dijo que se puso firme y volvió solito.
Comieron galletitas y tomaron jugo.

  
Hoy conocí a la mamá de Milo, muy copada.
Se llama Silvana y es azafata. Qué bueno otra mamá que trabaja.

Día 5, martes 3/03

Día de lluvia y muy pesado.
Fran tenía un poco de sueño porque se despertó a las 7h., muy temprano.
Como no podían jugar afuera, hoy hicieron música. Después, lo vi guardar algunas maracas.
Si lo hiciera en casa ... jajaja.

domingo, 15 de febrero de 2015

{Lanzar o botar objetos}

- Por qué los niños pequeños lanzan cosas

Botar o lanzar objetos es una nueva y divertida habilidad para muchos niños de entre 18 meses y 3 años de edad. Poder abrir los dedos y soltar un objeto requiere un dominio de las habilidades motoras finas, y lanzarlo lejos precisa una buena coordinación de la vista y las manos. No es de extrañar que tu hijo quiera practicar esta emocionante habilidad. Lo que pasa luego también es educativo: tu hijo pequeño descubre que lo que lanza cae hacia abajo y nunca hacia arriba. No sabe decir “gravedad”, pero, desde luego, puede observar sus efectos. Si tira una pelota, bota; si tira una ciruela, se aplasta. Claro que a ti te resulta irritante cuando los espagueti terminan por todo el piso que acabas de limpiar o cuando un chupete limpio se cae sobre la acera sucia, pero, para tu bebé, todo esto es muy divertido.

- Lo que puedes hacer

"A menos que tu hijo lance una piedra por una ventana o haya amenazado con hacer daño a alguien, no lo castigues”, dice Roni Leiderman, decana adjunta del centro para la familia en Nova Southeastern University en Fort Lauderdale, Florida. No sirve de nada intentar impedir que tu hijo lance cosas a esta edad. En lugar de eso, concéntrate en limitar lo que lanza y dónde lo lanza con estas sugerencias:

Muéstrale lo que puede lanzar

Tu hijo aprenderá lo que no debe botar lejos con más rapidez si hay muchas cosas que sí le permites, e incluso le animas, a lanzar. Las pelotas son una elección obvia (tener pelotas blandas en la casa reducirá el riesgo de accidentes). Pero los juegos de lanzar (como tirar bolsitas llenas de arroz en una cesta o lanzar piedras a un estanque) son incluso más divertidos para un niño de 2 años, sobre todo si juegas con él. El mensaje que quieres transmitir es que lanzar cosas está bien mientras lance las cosas apropiadas en el lugar adecuado y en el momento preciso. “Cuando lance algo inapropiado, como un zapato, quítaselo tranquilamente y dile: 'Los zapatos no se botan, pero las pelotas sí'. Luego dale una pelota para que juegue", dice Leiderman.

No le dejes lanzar cosas agresivamente

¿Qué hacer cuando tu hijo lanza algo que no debería a otro niño, como arena o bloques?

Si tu hijo está frecuentemente a punto de hacer daño a otros niños porque les lanza cosas, es importante que reacciones siempre de la misma manera, ya que los niños pequeños aprenden mediante la repetición. La próxima vez que lo haga, dile: "No, eso duele", y llévalo a un lado para que se tome un momento de reflexión que enfatice el "no" y retirarlo de la situación. La clave es mantener el momento de reflexión por debajo de un minuto (a esta edad puedes hacer que dure 30 segundos), para que tu hijo no olvide por qué le hiciste dejar de hacer lo que estaba haciendo. Si te das cuenta de que lanza cosas a otros niños cuando se enoja, anímalo a que se exprese con palabras. Dí: "Si estás enojado con Emily, usa tus palabras”, o “Tú dime cuando te enojas”. Está bien que le hagas saber con tu tono de voz que no te gusta su comportamiento. Pero no permitas que tu enojo determine tu reacción. Procura no gritar a tu hijo y nunca le pegues, aunque sólo sea en la mano, para disuadirlo de lanzar cosas.

Si persiste en lanzar cosas de manera que hacen daño, cuando ya has intentado disuadirlo varias veces de forma calmada, a lo mejor no te queda más que vigilar con qué juguetes se distrae y observarlo de cerca.

Amarra los juguetes a su asiento

Cuando esté en su cachecito o asiento del auto, amarra algunos juguetes para que los tenga a su alcance (ata los juguetes con trozos de cordón cortos y recorta los bordes para que no se le puedan enrollar en el cuello). Rápidamente descubrirá que, además de lanzar objetos, puede recogerlos. Doble diversión para él y la mitad del trabajo para ti.

Recojan las cosas juntos

No le pidas a tu hijo que recoja todo lo que lanza. “Es una tarea abrumadora para un niño de esa edad”, afirma Leiderman. En lugar de eso, ponte a cuatro patas con él y pídele que te ayude, diciendo “veamos con qué rapidez podemos recoger juntos los bloques”, o “¿puedes ayudarme a encontrar todas las piezas amarillas?”

Da buen ejemplo

No tienes que evitar lanzar un cojín sobre el sofá para dar un buen ejemplo a tu hijo pequeño. De hecho, puedes usar los artículos que habitualmente lanzas por la casa para mostrarle lo que se puede lanzar y lo que no. La próxima vez que lance algo que no debe, recorran juntos la casa y tiren los calcetines en el cesto de ropa sucia, los pañuelos de papel en la papelera y los juguetes en el arcón apropiado.

- Siéntate con él a la hora de comer.

En esta etapa, comer es algo desordenado, pero a menudo puedes evitar lo peor, sentándote con tu bebé cuando come. De esa manera estás ahí para decirle tranquila pero firmemente “no” cuando intente tirar su comida, y para sujetar su plato con la mano si es preciso. “Los padres siempre deberían sentarse con sus hijos a la hora de comer, para conversar con ellos y ayudarles a desarrollar sus habilidades de conversación”, dice Leiderman. También es la mejor manera de asegurarte de que tu bebé mastica la comida antes de tragar para que no se asfixie.

- Usa platos para bebés.

"Nunca uses tu porcelana buena o platos de cristal para dar de comer a tu hijo pequeño", dice Leiderman. En lugar de eso, procura utilizar un plato especial para bebés, que tiene ventosas que se sujetan a la mesa o la bandeja de la silla alta para que no pueda levantar el plato. Ten en cuenta que mientras estos sirven para evitar que el bebé lance el plato contra el piso, no detendrán a un niño pequeño que está fascinado al ver que su plato está “pegado” a la bandeja y que quiere despegarlo por todos los medios.

- Sirve porciones pequeñas.

Malgastarás menos comida y tu bebé tendrá menos munición si le sirves porciones mínimas de alimentos que puede comer con las manos, y no le sirvas más hasta que haya comido lo que ya le diste. "No lo empujes a comer más de lo que quiere a menos que tu pediatra te diga que tiene problemas de desarrollo” dice Leiderman. La mayoría de los niños no comienzan a tirar la comida hasta que han terminado de comer y están aburridos. Así que interpreta el que tu hijo tire la comida como señal de que ha terminado, sin importar cuánto haya comido, y retíralo de la mesa o de la silla. Si se le escapa un poco de comida de las manos, por error o a propósito, procura mantener la perspectiva: una rebanada de pan o un trozo de queso en el piso puede ser irritante, pero a todos se nos cae algo a veces.

http://espanol.babycenter.com/a9700157/lanzar-o-botar-objetos?scid=us_es_mbtw_toddler_post27m0w#ixzz3RYxKzVis

{Cómo hacer que tu pequeño te escuche}

En esta nota de Baby Center se tratarán los siguientes temas:

- Ponte a su nivel
- Háblale con claridad
- Cumple tus promesas
- Refuerza tu mensaje
- Hazle una advertencia
- Dale instrucciones realistas y hazlas divertidas
- Motívalo
- Dale un buen ejemplo

Los niños pequeños son como todos nosotros: no siempre prestan atención a todo lo que les dicen. De hecho, de los 24 a los 36 meses realmente necesitan tu ayuda para aprender a escuchar con atención.

"Lo que a menudo ocurre es que los padres le dicen algo al niño y éste los ignora. Se lo repiten 10 veces y es entonces cuando empiezan a contar hasta tres, y le dicen al niño que lo castigarán si no les hace caso".

En realidad, lo que logran con esto, es enseñar al niño a ignorarte las primeras 10 veces y sólo poner atención cuando pierdes la calma, dice Roni Leiderman, directora adjunta del Centro Familiar de la Universidad del Sudeste, en Florida.

Existen estrategias sencillas que, si las sigues de manera constante, enseñan a los niños pequeños a prestar atención y a saber escuchar.

- Ponte a su nivel

Tarde o temprano, todos los padres nos damos cuenta de que gritar desde nuestra altura (y menos desde otra habitación) raramente da resultado. Por eso, agáchate o alza a tu niñito de manera que puedas mirarle a los ojos y captar su atención.

Tu hijito te escuchará con cuidado si te sientas a su lado cuando le tengas que recordar que, se termine de comer su cereal, o si te acercas a su cama para decirle que vas a apagar la luz. El contacto visual es muy importante y efectivo cuando estás frente a frente con tu niño.

- Háblale con claridad

Lo que le tengas que decir, díselo sencillamente, con claridad y autoridad. Perderás su atención si tu explicación se hace demasiado larga. A un niño pequeño le cuesta captar el mensaje de una frase larga como "Hace mucho frío afuera, y últimamente has estado enfermo, o sea que quiero que te pongas este suéter antes de que salgamos de compras". Sin embargo, cuando le dices, "Ahora tienes que ponerte tu suéter", el mensaje está claro.

Tampoco le hables en forma de pregunta cuando en realidad tu niño no tiene opción. "Ven y súbete a tu asiento del automóvil" tiene mucho más impacto que, "¿Te quieres sentar en tu sillita del auto?"

Es buena idea darle a tu hijo pequeño opciones, pero asegúrate de que a ti te gusta lo que podría elegir y quédate sólo con dos. Cuando le permites a un niño pequeño elegir entre opciones limitadas, él o ella se siente importante, y tú, satisfecha con el resultado.

- Cumple tus promesas

Es importante que tu niño confíe en tus palabras y sepa que hablas en serio. Es por eso que es crucial que no hagas amenazas ni promesas que no estés dispuesta a cumplir. Si le dices a tu hijito de 2 años, "Tienes que tomarte el agua a la hora de la comida", no cambies de idea cinco minutos después y permitas que tome jugo.

Si le has advertido que tendrá que sentarse solito en su habitación si golpea a su hermanito, no dejes de castigarlo cuando lo haga. Igualmente, asegúrate de que tu pareja o la persona que lo cuide siga y respete las mismas normas que tú, para que ninguno eche a perder las enseñanzas del otro. Si hay un desacuerdo de pareja en esto, háblenlo para estar en el mismo canal cuando el tema vuelva a surgir (que seguro sucederá).

También procura que tu respuesta sea rápida para que tu niño aprenda a hacer lo mismo. Así como no esperas tener que gritar cinco veces "¡No cruces la calle!" hasta que tu niño te obedezca.

Es importante que tu hijo sepa cuando algo es particularmente peligroso, y que tú le demuestres de forma efectiva cómo se tiene que comportar. Por ejemplo, cuando tu hijo cruce la calle, siempre toma su mano, y así asociará el peligro de los autos con ser cuidadoso.

Tampoco debes tener que repetirle una y otra vez "Pon tu vasito sobre la mesa". Si tu niño no lo hace a la primera, enséñale lo que quieres que haga, guiando calmadamente su mano hacia la mesa.

- Refuerza tu mensaje

Otra forma de enfatizar tu mensaje es reforzar tus palabras con otras señales no verbales, sobre todo cuando estás tratando de dirigir la atención del niño de una actividad que le gusta a otra que le guste menos. Por ejemplo, di "Es hora de ir a la cama", y añade una señal visual (encender y apagar la luz), una señal física (dale un besito para atraer su atención hacia ti y distraerlo de su juguete), y una demostración (llévalo hacia su cama, quita la cobija y da golpecitos en la almohada).

- Hazle una advertencia

Avisa a tu niño con antelación antes de cualquier cambio importante, sobre todo cuando esté muy entretenido y contento con sus amiguitos o juguetes. Cuando se acerque la hora de marcharse, dile: "Nos vamos a casa dentro de unos minutos. Cuando te llame, le dirás adiós a tu amiguito y nos iremos".

- Dale instrucciones realistas y hazlas divertidas

Si le dices a un niñito que recoja sus juguetes, echará una mirada a la habitación y no sabrá por dónde empezar. Dale instrucciones realistas, como: "Vamos a guardar los cubitos amarillos". Y luego transfórmalo en un juego: "Muy bien, ahora vamos a guardar los cubitos azules".

- Motívalo

Alzar la voz y gritar son técnicas que a veces funcionan (con algunos niños), pero nadie lo disfruta. La mayoría de los niños responden mejor cuando los tratamos con buen humor y seguridad. Por ejemplo, prueba pedirle lo que deseas que haga con una voz divertida o canción. Cántale: "Es hora de lavarse los dientes" al ritmo de una canción conocida (o inventada en ese momento).

Asimismo, ofrécele una recompensa por obedecerte, en lugar de insistir que lo haga por obligación. Dile: "Lávate los dientes y luego nos acostamos a leer juntos un cuento", en lugar de "Si no te lavas los dientes vas a tener caries", o "¡Lávate los dientes ahora mismo!". Y elógialo por haber cumplido su tarea con un "¡Qué bien escuchas a mamá!".

El buen humor, afecto y confianza que le demuestras a tu niño al hablarle de esta manera le hará querer escucharte porque sentirá que lo quieres y lo tratas de manera especial. Esto es fundamental, incluso cuando hay que actuar con firmeza. Si tienes que mostrar tu autoridad al dar instrucciones firmes o específicas, eso no significa que tengas que hacerlo de mal humor. De hecho, tu mensaje será mucho más fuerte si viene acompañado de un abrazo o una sonrisa. Así tu niño aprende que vale la pena prestar atención a lo que dices o le pides.

- Dale un buen ejemplo

Los niños te escucharán mejor si ven que tú también sabes escucharlos. Acostúmbrate a escuchar a tu niño con la misma atención y respeto que le brindarías a un adulto. Mírale cuando te hable, contéstale educadamente y permítele que termine de hablar sin interrumpirle, siempre que sea posible. Procura no darle la espalda ni ignorarle mientras te habla (aún en esos momentos en que estás ocupada preparando la cena y tu niñito insiste en contarte sus últimas aventuras con todos los detalles).

Así como en todo lo demás que quieres enseñarle a tu hijito, tu ejemplo siempre será más importante que tus palabras.

Nota cuando lo hace bien: ¿Qué tanto de la comunicación con tu hijo se basa en lo que está haciendo mal? ¿Te gustaría que alguien, un jefe por ejemplo, sólo te diera comentarios negativos? Tu hijo te escuchará mejor si notas cuando se comporta bien y haces un comentario sobre ello. “Pusiste sus juguetes en su lugar la primera vez que te lo dije ¡muy bien hecho!”, o “Trataste muy bien al perrito, estoy orgullosa de ti!”. Dale a tu hijo pequeño y mucho reconocimiento positivo y será más fácil regresarlo al camino cuando se desvíe.

- Libros

Hay numerosos libros que ofrecen buenos consejos sobre este tema. Entre ellos, los más populares, y que puedes encontrar en español, son_

* Cómo hablar para que los niños escuchen y cómo escuchar para que los niños hablen, de Adele Faber y Elaine Mazlish
* Disciplina sin gritos ni palmadas, de Jerry Wyckoff y Barbara Unell.

Fuente: espanol.babycenter.com

{Cómo hacer frente a los berrinches o rabietas}

Esta nota de la página Baby Center, contiene los siguientes temas:

- Para evitar las rabietas
- Qué hacer si tu hijo tiene una rabieta
- Cómo manejar las rabietas
- Las rabietas quedan atrás

Escrito por la psicóloga infantil Penelope Leach

- Para evitar las rabietas

Las rabietas son parte de la vida diaria de algunos niños, aunque pueden ser menos frecuentes en otros.

Puedes evitar muchas rabietas, organizando la vida de tu bebé de manera que la frustración permanezca dentro de los límites de su tolerancia la mayor parte del tiempo.
Intenta evitar las rabietas sin comprometer tus propios límites porque no aportan nada positivo para ninguno de los dos.

Cuando debes forzar a tu hijo a que haga algo que no le resulta agradable, o prohibir algo que le gustó, hazlo con el mayor tacto posible. Si ves que se está enojando o alterando acerca de algo, intenta hacer que le sea más fácil aceptarlo.
Por supuesto debe salir con el abrigo puesto, si eso es lo que le has dicho, pero quizás no necesite llevar el cierre del cuello abrochado todavía.

No hay ninguna ventaja en desafiar a tu hijo con cosas absolutas que hay que "hacer" y "no hacer" o en acorralarlo en situaciones en las que su única opción es explotar de rabia. Déjale una ruta de escape digna.

- Qué hacer si tu hijo tiene una rabieta

Recuerda que su exceso de enojo o de rabia le asusta a él mismo. Asegúrate de que no se hace daño ni daña los demás.

Si después de que se le pase el ataque de rabia descubre que se ha golpeado la cabeza, te ha arañado el rostro o ha roto un jarrón, verá estos daños como evidencia de que no se puede controlar y que tú tampoco tienes el poder de controlarlo y mantenerlo seguro.
Puede ser más fácil mantener a tu niño seguro si lo sujetas con suavidad en el suelo. A medida que se vaya calmando y se sienta cerca de ti descubrirá, para su asombro, que todo sigue igual después de la tormenta.
Poco a poco se relajará en tus brazos y los gritos se convertirán en llantos. La furia pasará y ahora simplemente vuelve a ser un niño pequeño que ha gritado hasta quedar exhausto. Es hora de consolarlo.

Hay algunos niños que no soportan estar en brazos mientras están teniendo una rabieta. La restricción física les da más motivo para enojarse y hace que todo el asunto se vuelva peor. Si tu hijo reacciona de esta manera, no insistas en dominarlo físicamente. Aparta cualquier cosa que pueda romper e intenta evitar que se haga daño a sí mismo.

No intentes discutir con tu hijo. Mientras la rabieta dura, tu pequeño está más allá de la razón.
No le contestes gritando, si es que puedes evitarlo. La rabia y el enojo son muy contagiosos y puede que te sientas más enojada con cada uno de sus gritos. Intenta no participar en la rabieta. Si lo haces, probablemente la prolongarás ya que cuando comience a calmarse, se dará cuenta del tono enojado de tu voz y comenzará de nuevo.

No des ninguna recompensa ni ningún castigo por una rabieta. Quieres que vea que las rabietas, que son horribles para él, no cambian nada, tanto a favor como en contra. Si tiene una rabieta porque no dejas que salga al jardín, no cambies de opinión y dejes que salga después de que se haya calmado. De la misma forma, si ibas a dar un paseo antes de que tuviera la rabieta, debes seguir con el plan, tan pronto como se calme.

No dejes que las rabietas en público te hagan sentir mal. Muchos padres temen las rabietas en lugares públicos; sin embargo, no debes dejar que tu hijo sienta esta preocupación. Si dudas en llevarlo a la tienda de la esquina, para evitar que tenga una rabieta porque quiere dulces, o si lo tratas de forma extra cuidadosa cuando hay visitas por si el trato ordinario provoca una explosión, se dará cuenta de lo que está pasando. Una vez que tu hijo se dé cuenta de que sus enojos genuinamente incontrolables tienen un efecto en tu comportamiento hacia él, es probable que aprenda a usarlos y entre en un estado de rabietas semi-deliberadas típicas de niños de cuatro años cuyas rabietas no se han manejado con eficacia.

- Cómo manejar las rabietas

Imagina que tu hijo no tendrá una rabieta, compórtate como si nunca hubieras oído hablar de ellas y luego trátalas, cuando ocurran, como algo desagradable, pero completamente irrelevante en el curso de los acontecimientos de un día ordinario. Suena fácil, pero no lo es.

Una vez visité a una amiga cuyo hijo de 20 meses le había pedido que quitara la tapa de su caja de arena. Ella le dijo, "Ahora no, es casi la hora de tu baño", y siguió conversando conmigo. El niño le tiró del brazo y le preguntó de nuevo, pero no obtuvo respuesta. Luego intentó en vano abrirla él mismo. Estaba cansado y la frustración fue demasiado para él. Explotó. Cuando la rabieta había pasado, su madre me dijo: "Siento que soy muy mala. Esto ha sido culpa mía. No me he dado cuenta de que era tan importante para él jugar en la caja de arena". Y entonces le quitó la tapa a la caja de arena.

El comportamiento de la madre es fácil de comprender, ¡pero también un ejemplo excelente de cómo no hay que manejar una rabieta! Ella dijo "no" al niño cuando le pidió ayuda la primera vez, sin pensar con detenimiento en lo que le había pedido su pequeño. Los esfuerzos del niño para retirar la tapa de la arena le mostraban las ganas que tenía de jugar porque no le estaba prestando atención.

Fue necesaria una rabieta para que la madre se diera cuenta de las ganas que el niño tenía de jugar con la arena y de que no había una buena razón para no dejarle jugar. Es normal que deseara compensarlo dejándole jugar después de todo, pero era demasiado tarde para eso.

Aunque no hubiera sido una buena decisión al principio, la mamá debería haber seguido con su "no" original porque, al cambiarlo por un "sí" después de la rabieta, lo que consiguió fue que su hijo sintiera que su explosión había tenido el efecto deseado.

Hubiera sido mejor para ambos que la madre hubiera escuchado a su hijo cuando le pidió ayuda por primera vez, y hubiera pensado mejor su respuesta en lugar de ceder a los deseos del niño después de su rabieta.

No es fácil ser un niño chiquito, y pasar sin control de esos estados de ansiedad a explosiones de rabia. Tampoco es fácil ser madre y tener que convivir con ese estado emocional tan variable y mantenerlo en equilibrio. Pero el tiempo ayuda: gran parte de la turbulencia emocional se habrá calmado para cuando tu hijo haya completado su cambio de niño pequeño a niño en edad preescolar.

- Las rabietas quedan atrás

A medida que tu niño crezca podrá manejar mejor las cosas. Eso significa que tendrá menos frustración extrema en su vida diaria. También podrá conocer y comprender más, y su vida tendrá menos novedades que lo asustan.

A medida que pierde el miedo, dejará de necesitar tanta reafirmación de ti y gradualmente aprenderá a hablar libremente, no sólo acerca de las cosas que puede ver frente a él, sino acerca de las cosas que está pensando e imaginando.

Con la ayuda del lenguaje también distinguirá entre fantasía y realidad. Una vez que llegue a este punto, podrá ser capaz de ver que la mayoría de sus peores miedos no son ciertos, y que la mayoría de las exigencias y restricciones que tú le impones son razonables.

Simplemente dale un poco de tiempo.

Fuente: babycenter.com